99 Nights in the Forest

Desde lo profundo del bosque, se escucha el crujir de ramas, y comprendes que el Ciervo-monstruo está cerca. Su silueta apenas se distingue en la oscuridad, pero la luz de las llamas moribundas revela sus aterradoras formas. Alto, con cuernos curvados, se mueve lentamente pero con determinación, como si disfrutara de tu impotencia. Sus ojos brillan con un siniestro resplandor rojo, y parece que puede verte incluso en la densa oscuridad.

Cuando la hoguera está a punto de apagarse, el Ciervo actúa. No ataca de inmediato — merodea a tu alrededor, emitiendo un rugido bajo y vibrante que te hiela los huesos. Parece que está jugando contigo, probando cuánto más puedes resistir. Cada paso va acompañado del crujir de las hojas, y entiendes que está cada vez más cerca.

Si no logras encender una antorcha o añadir madera a la hoguera, hará su movimiento final. Sus movimientos se vuelven rápidos, casi fulminantes. Lo escuchas lanzarse, y en ese momento, lo único que queda es correr, esperando que la luz de una linterna o la fuente de fuego más cercana te salve. Pero si dudas aunque sea un segundo, sus afilados cuernos y poderosas patas no te darán oportunidad.

Este Ciervo — no es solo un depredador, es la encarnación del miedo mismo. No te teme a ti, pero teme a la luz. Y solo las llamas pueden mantenerlo a raya.